Ahora estás viendo: Medela - Spanish
Puedes visitar un sitio web alternativo de Medela en uno de estos países:

Productos

El poder de la leche materna

¿Qué es la leche materna madura?

Hora de lectura: 4 min.

Cuando tu bebé alcance más o menos el mes de edad, tu leche materna será totalmente madura. A partir de ese momento, la composición de la leche materna no cambiará mucho, a menos que tu bebé necesite una protección extra.

Tu leche materna empieza a madurar aproximadamente a las dos semanas, pero no será leche totalmente madura hasta que tu bebé tenga unas cuatro semanas. A partir de ese momento, su composición será bastante estable, y desde luego no sufrirá cambios drásticos como durante el primer mes.

La leche madura es una sustancia viva

Poco después de alcanzar la madurez, tu leche empieza a contener cantidades más elevadas de algunos componentes que protegen a tu bebé contra las infecciones bacterianas y virales.{1} Probablemente no sea una coincidencia que esta fase de la producción de leche materna coincida con el momento en que el bebé empieza a agarrar objetos y llevárselos a la boca.

Pero las mayores fluctuaciones se producen si tú o tu bebé sufrís una infección. En ese momento, la proporción de glóbulos blancos en tu leche se disparará.{2}

Al igual que en el resto de fases de la leche materna, la leche madura es un fluido vivo. Y aunque conociésemos exactamente cuál es su composición y lo que hacen esos componentes (los científicos siguen trabajando en ello), no seríamos capaces de copiarla exactamente, ya que la leche de cada madre se ajusta a las necesidades de su bebé.

«La leche materna se produce a partir de componentes que llegan a los pechos a través de la sangre», explica el profesor Peter Hartmann, un experto en la producción de leche materna que trabaja en la Universidad de Australia Occidental. «Las células productoras de leche extraen los componentes que necesitan, ¡y son bastante exigentes con lo que reciben!».

Es nutrición, protección, desarrollo corporal y creación de sabor, todo en uno. Y sin embargo, nunca te has parado a pensar en ello, porque tu cuerpo produce la fórmula exacta que necesita tu bebé.

La diferencia entre la leche inicial y la leche final

Al inicio de cada toma, la leche madura tiene un aspecto menos denso y suele recibir el nombre de leche inicial, aunque el profesor Hartmann prefiere el término «leche previa». A medida que das el pecho, la leche adquiere una mayor densidad y recibe el nombre de leche final o «leche posterior».

«El contenido de grasa está relacionado con lo lleno o vacío que se encuentra el pecho», explica el profesor Hartmann. «El nivel de grasa aumenta a lo largo de la toma, hasta unos 30 minutos después, y luego se va reduciendo a medida que el pecho se llena de nuevo. Las concentraciones de grasa en la leche previa y posterior dependen de la cantidad de leche que el bebé haya tomado directamente del pecho. Por ese motivo, en algún momento del día, la leche previa puede tener un contenido de grasa superior al de la leche posterior en comparación con otro momento del día.

Cuando la leche materna de una madre está madura, aportará aproximadamente la misma cantidad de grasa a su bebé durante un periodo de 24 horas, independientemente de la frecuencia de las tomas», añade.  

La leche madura es mucho más que nutrición

Aunque tu bebé necesita empezar a comer sólidos aproximadamente a los seis meses, la leche materna puede seguir constituyendo la mitad de su ingesta calórica diaria (junto con otros alimentos) hasta llegar a los dos años de edad.{3} Y tu fantástica leche seguirá teniendo un papel importante que va más allá de la simple nutrición.

«Creemos que, inicialmente, los mamíferos empezaron a secretar leche para proteger a sus crías, y que la función nutritiva se desarrolló más tarde», explica el profesor Hartmann. «Por eso, la mayoría de los componentes de la leche materna que tienen una función nutritiva también actúan como elementos protectores de algún modo. Eso significa que la leche materna tiene un inmenso valor, pero también complica las cosas a la hora de estudiarla».

Y ofrece algunos ejemplos: la lactalbúmina alfa, la principal proteína de la leche materna, tiene propiedades antibacterianas y ayuda a estimular el sistema inmunitario del bebé.{4} La lactoferrina, que es una proteína que transporta el hierro en el cuerpo, también tiene efectos antimicóticos.{5} Y los ácidos grasos de la leche materna son además antivirales y antibacterianos.{6}

Desarrollo de los intestinos, el sistema inmunitario y el cerebro

Toda la leche contiene lactosa, que es un azúcar, pero la leche materna también contiene más de 200 oligosacáridos de la leche materna.{7} Estos azúcares complejos ayudan a crear y proteger un intestino sano, y permiten el desarrollo del sistema inmunitario. Ni la leche de vaca ni la leche de fórmula contienen esta cantidad de oligosacáridos, y los investigadores aún siguen estudiando su función.{8}

Del mismo modo, todas las leches contienen grasas, pero la mezcla de grasas de la leche materna madura es especialmente compleja. Nuestros cerebros son más complicados que los cerebros del resto de animales y, dado que la mitad del cerebro humano está compuesto por grasas,{9} parece razonable pensar que necesitamos ingredientes grasos personalizados para ayudar a crear tal complejidad.{10}

Los seres humanos nacemos en una fase temprana de desarrollo en comparación con otros animales, pero durante los primeros seis meses de vida, nuestra masa cerebral casi se duplica.{11} Por eso, no resulta sorprendente que nuestros bebés necesiten más protección y nutrición para el cerebro durante los primeros meses y años de vida.

«Tu leche materna siempre será mejor para tu bebé que cualquier leche que puedas comprar en las tiendas»

Las proteínas son moléculas complejas que tienen una función muy importante en nuestra salud. Algunas actúan como componentes básicos para el crecimiento y la reparación, mientras que otras ayudan a que se produzcan las reacciones químicas esenciales que tienen lugar en nuestros cuerpos. Tu leche materna madura contiene más de 1000 proteínas diferentes{12} que fomentan el desarrollo del cerebro y el sistema inmunitario de tu bebé, además de ayudarle a crecer.{13}

La leche materna madura también es rica en micronutrientes: vitaminas, minerales y oligoelementos, desde el calcio hasta el cadmio, que ayudan a su desarrollo y bienestar. El equilibrio de estos elementos cambia a lo largo del día para satisfacer las necesidades de tu bebé.{14}

Algunos de los componentes de tu leche materna pueden sorprenderte. «La leche madura tiene un elevado contenido de colesterol. Tiene niveles altos de azúcar, en forma de un hidrato de carbono simple, como es la lactosa. Y la proporción de proteína es extremadamente baja, ya que solo supone el 7 u 8 % de la ingesta energética del bebé amamantado, en comparación con aproximadamente el 12 % cuando crece», revela el profesor Hartmann. «No es lo que creemos que es adecuado para un adulto, pero resulta perfecto para los bebés, y demuestra cómo la leche materna está adaptada a sus necesidades específicas».

Los ingredientes de la leche materna no se pueden copiar

Algunos elementos de la leche materna madura no se pueden replicar porque son específicos de tu cuerpo. Casi una tercera parte de las bacterias beneficiosas presentes en el intestino del bebé provienen de tu leche materna, y otro 10 % procede de la piel de tu propio pecho.{15} 

La leche materna también contiene citoblastos, las «células milagro» que se pueden renovar por sí solas y convertirse en otros tipos de células.{16} Los investigadores siguen trabajando para conocer qué función tienen en tu leche y en el desarrollo de tu bebé.

En la leche madura también hay hormonas, incluidas algunas que ayudan a controlar el apetito y el modo en que el bebé procesa la insulina.{17} Este puede ser un motivo por el que los niños que fueron amamantados de bebés tienen menos probabilidades de padecer sobrepeso en comparación con los niños que se alimentaron con leche de fórmula.{18}

Y dado que la comida que ingieres afecta al sabor de tu leche, tu bebé también puede experimentar diferentes sabores cada día,{19} algo que no se puede conseguir con la leche de fórmula.

«Las diferencias entre la leche materna y la leche de fórmula son enormes. Podríamos pasarnos el día entero repasando las diferencias entre estos dos tipos de leche y las dificultades que entraña la producción artificial de una leche para bebés», señala el profesor Hartmann. «Por ejemplo, la concentración de sal en la leche de vaca, que se utiliza para elaborar la leche de fórmula, puede ser tóxica para los bebés, por lo que se debe someter a un elevado nivel de procesamiento».

«Independientemente del tiempo que sigas dando el pecho, tu leche materna siempre será mejor para tu bebé que cualquier leche que puedas comprar en las tiendas o que los científicos puedan crear en un laboratorio. También es un modo muy cómodo y económico de alimentar a tu bebé, y ofrece unos espectaculares beneficios tanto para tu salud como para la de tu bebé».

Por lo que respecta a la alimentación de tu bebé, la leche materna es, sin duda, la crème de la crème.

¿Quieres saber más cosas? Lee nuestro ebook gratuito La increíble ciencia de la leche materna

Bibliografía

1 Gao X et al. Temporal changes in milk proteomes reveal developing milk functions. J Proteome Res. 2012 Jul 6;11(7):3897-907.

2 Hassiotou F et al. Maternal and infant infections stimulate a rapid leukocyte response in breastmilk. Clin Transl Immunology. 2013;2(4):e3.

3 Dewey KG et al. Breast milk volume and composition during late lactation (7-20 months). J Pediatr Gastroenterol Nutr. 1984;3(5):713-720.

4 Lönnerdal B, Lien EL. Nutritional and physiologic significance of α-lactalbumin in infants. Nutr Rev. 2003;61(9):295-305.

5 Andersson Y et al. Lactoferrin is responsible for the fungistatic effect of human milk. Early Hum Dev. 2000;59(2):95-105.

6 Gardner AS et al. Changes in fatty acid composition of human milk in response to cold-like xymptoms in the lactating mother and infant. Nutrients. 2017;9(9):1034.

7 Moukarzel S, Bode L. Human milk oligosaccharides and the preterm infant: A journey in sickness and in health. Clin Perinatol 2017; 44(1):193–207.

8 Jantscher-Krenn E, Bode L. Human milk oligosaccharides and their potential benefits for the breast-fed neonate. Minerva Pediatr. 2012;64(1):83-99.

9 Chang CY et al. Essential fatty acids and human brain. Acta Neurol Taiwan. 2009 Dec;18(4):231-241.

10 TED. TEDWomen: What we don’t know about mother’s milk [Internet]. New York, NY, USA: TED Conferences LLC; 2016. [Accessed 26.03.2018]. Available from www.ted.com/talk/katie_hinde_what_we_don_t_know_about_mother_s_milk/reading-list

11 Dekaban AS. Changes in brain weights during the span of human life: relation of brain weights to body heights and body weights. Ann Neurol. 1978;4(4):345-356.

12 Beck KL et al. Comparative proteomics of human and macaque milk reveals species-specific nutrition during postnatal development. J Proteome Res. 2015;14(5):2143-2157.

13 Lönnerdal B. Infant formula and infant nutrition: bioactive proteins of human milk and implications for composition of infant formulas. Am J Clin Nutr. 2014;99(3):712S-717S.

14 Karra MV, Kirksey A. Variation in zinc, calcium, and magnesium concentrations of human milk within a 24-hour period from 1 to 6 months of lactation. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 1988;7(1):100-106.

15 Pannaraj PS et al. Association between breast milk bacterial communities and establishment and development of the infant gut microbiome. JAMA Pediatr. 2017;171(7):647-654

16 Hassiotou F et al. Breastmilk is a novel source of stem cells with multilineage differentiation potential. Stem Cells. 2012;30(10):2164-2174.

17 Savino, F et al. Breast milk hormones and their protective effect on obesity. Int J Pediatr Endocrinol. 2009;2009:327505.

18 Horta BL et al. Long-term consequences of breastfeeding on cholesterol, obesity, systolic blood pressure and type 2 diabetes: a systematic review and meta-analysis. Acta Paediatr. 2015;104(467):30-37.

19 Mennella JA et al. Prenatal and postnatal flavor learning by human infants. Pediatrics. 2001;107(6):E88.